viernes, junio 22, 2007

El orgullo de ser hormiguita.

Hace algún tiempo, cinco años para ser exactos, el programa con el que me despertaba dejó de emitirse. El dúo Corchopán, Gomaespuma para los no iniciados, abandonaba la radio matutina (nada que ver esto con ninguna marca de patatas fritas). Atrás quedaban cantidades industriales de Primicias Primiciosas, Supernoticiones-que-te-cagas, cánticos flamencos y demás chorradas con las que nos solían deleitar Juan Luis Cano y Guillermo Fesser (el gracioso y el apenao). Dicen que el hombre es un animal de costumbres, y tras haberme acostumbrado a este par de gansos, se hacía extraño confiarle mis madrugones a otro pedazo de carne con ojos.

Y el elegido era un tal Pablo Motos. En aquellos tiempos, Pablo Motos era un tipo bastante desconocido. No obstante, yo sabía quién era gracias a algún monólogo suyo en los primeros tiempos de El Club de la Comedia, programa del que era guionista. No me parecían malas referencias, así que me decidí a darle un voto de confianza, empujado también por la costumbre, esa fuerza irrefrenable, que me llevaba a programar el despertador de mi minicadena en M-80. Y hasta hoy.

No deja de ser especial el vínculo afectivo que se establece a través de la radio, diferente por completo al existente entre el televidente y el conductor de un programa. La radio es un medio más cercano, más íntimo, más propicio para que haya una relación más personal. Y a uno se le va creando poco a poco la sensación de que estas personas van formando parte de su vida.

Éste ha sido, sin duda, mi caso con No Somos Nadie. No en vano, me despertaba con Pablo Motos y su equipo, desayunaba con ellos, me comía los atascos camino de la universidad con ellos, hacía cola para mis análisis de sangre o esperaba para entrar en el médico con ellos, voy al trabajo con ellos. Y ahora se han ido. Cinco años después, No Somos Nadie se ha despedido de su audiencia, y uno no puede evitar sentir una cierta tristeza. Vale, sí, que se van a la tele, pero no creo que sea igual. La magia de la radio, creo que lo llaman. De hecho, el programa que ya echan por la tele no engancha tanto como por la radio pese a que básicamente hacen lo mismo (o puede que precisamente por eso, quién sabe), hasta el punto de haber empezado a granjearse declarados detractores, como es el caso de Hugo. Además, dudo mucho que este programa sea trasladable al día a día televisivo.

En fin, que hoy ando un poco nostálgico. Tantos kioskos, raps, pensamientos paralelos (y paralelas), momentos teniente, consultorios seximentales, monólogos, dudas existenciales, odios; tantas y tantas cosas tendrán que buscarse ahora un huequecito en mi memoria.

Termino con la sonrisa en la boca que siempre me deja uno de los grandes temas que compondría la banda sonora de este programa: Vampiresada.

Que vuestra sonrisa os acompañe siempre.

sábado, mayo 26, 2007

Terminó la temporada.

Pasan los días, pasan las semanas y sigo en estado de sequía. Supongo que esto va por rachas y que en el futuro volveré a escribir con más asiduidad, puesto que temas nunca faltan, pero ahora no acabo de encontrar el ánimo o el tiempo para hacerlo. Lamento tener tan desatendidos a mis lectores, si es que no los he perdido a todos y todavía queda alguien leyendo estas líneas.

Por otra parte, me gusta mezclar temas, cosa que no estoy haciendo últimamente. Esto parece haberse convertido en un blog únicamente de baloncesto, y ésa no es la intención. Sin embargo, aquí estamos una vez más eligiendo este tema para intentar darle algo de vidilla al asunto. Supongo que es lo único que, presentándose como una “obligación”, me hace entrar en mi cuenta de blogger y teclear unas palabras.

La última vez que di señales de vida por aquí fue cuando copié la previa que mi amigo Dani había publicado en su pequeño espacio (mucho más vivo que el mío; como prueba, que ni siquiera nuestra primera presencia en una F4 me llevó a escribir algo de mi cosecha). Desde entonces, han pasado un par de cosas que habría que reseñar:

La primera es que, como cabía esperar, caímos derrotados frente al CSKA de Moscú. No obstante, la imagen ofrecida fue bastante digna si tenemos en cuenta las circunstancias. Ofrecimos más batalla de la que muchos presagiaban y nos mantuvimos con opciones hasta la lesión de Carlos Cabezas. La final de consolación nos enfrentó a ese rival con el que en las últimas temporadas nos parece querer emparejar el destino para constituir un gran clásico del baloncesto nacional. Son ya varios años en los que de una u otra manera nos hemos tenido que jugar las habichuelas con el Tau, con suerte dispar. En Atenas salió cara, gracias a una canasta en el último tiro de Marcus Brown. Aunque era un partido relativamente intrascendente, no debemos obviar las consecuencias de nuestra victoria: ser cabezas de serie en el sorteo de la próxima edición, algo en absoluto baladí.

Y después llegaron las eliminatorias por el título. Una vez más, tocó Tau. Y también en esta ocasión se han cumplido los pronósticos, aunque la imagen ha sido bien distinta a la de Atenas. Mientras que en la capital helena cosechamos una derrota digna, en esta eliminatoria de cuartos de final no hemos dado la cara en ningún momento. El Tau nos ha barrido con una facilidad pasmosa, con diferencias bochornosamente holgadas en casi todo momento. Esta eliminatoria se planteaba de una manera bastante parecida a la de hace unos años cuando, tras el campeonato baskonista, una mala temporada llevó a los entonces pupilos de Dusko Ivanovic a medirse con el Unicaja. El desarrollo de los acontecimientos, en cambio, no ha podido ser más distinto: frente a la durísima batalla que dieron los Scola y compañía entonces (quién sabe lo que habría pasado si Calderón no se hubiera lesionado en los últimos minutos, motivando la salida a cancha de MVP Corrales), una descorazonadora impotencia de los por un par de semanas actuales campeones ACB.

Sin embargo, todos recordaremos estos cuartos de final. No por aspectos deportivos, escasísimamente reseñables, sino por lo ocurrido durante el segundo partido tras ser sustituido Rakocevic. La afición malagueña supo reconocer la soberbia actuación del escolta serbio por medio de una muy extendida ovación; sin embargo, este hombre prefirió saldar cuentas con un par de aficionados, Indio y Pepe (su versión de los hechos, aquí y aquí), que según él se habían estado metiendo todo el partido con su madre muerta. Esto es lo que pasó:





Esta trifulca tuvo su continuación fuera de la cancha, como se puede ver en estas imágenes:



Pero por desgracia, Marcus Brown no pudo joder a Rakocevic en Tau. Nada más lejos de la realidad.

De modo que ahora toca hacer balance de la temporada. Lo haremos de manera sucinta, puesto que corresponderá meterse más en profundidad cuando gocemos de mayor y mejor perspectiva. Tampoco voy a entrar en lo que creo que ha fallado en el equipo este año porque ya lo he comentado por aquí en varias ocasiones. Y porque lo analizaré cuando toque conjeturar sobre los movimientos de cara a la próxima temporada.

Creo que lo negativo supera con creces a lo positivo si analizamos la temporada de manera global. Cierto es que lo positivo ha sido de un calibre que, con el tiempo, eclipsará el resto de sinsabores que han venido jalonando nuestro caminar por la liga ACB 2006/2007. De aquí a diez años, todos recordaremos nuestra primera participación en la gran fiesta del baloncesto continental y, sobre todo, la manera en la que se consiguió, mediante el exorcismo de nuestros demonios particulares que nos permitió sacarnos todas las espinitas que nos había estado clavando el Barcelona desde hacía tantísimo tiempo. Ese triple de Pepe Sánchez permanecerá en nuestras retinas por muchos años, de eso no cabe duda.



Pero el año no ha sido bueno. La imagen ha sido extraordinariamente irregular. Demasiado. Si bien de vez en cuando dábamos la de cal, lo normal es que tocara la de arena. Bien con derrotas frente a rivales netamente inferiores, bien con vapuleos sonrojantes frente a contrarios de cierta enjundia. No es normal lo que ha pasado este año.

Esta mala imagen durante todo el año pondera muy a la baja la consideración de los resultados de manera aislada. Cuartos de final en Copa, cuartos de final en Liga y semifinales en Euroliga: ¿qué nota le ponemos a todo esto? Jugar la F4 hace que la temporada se pueda considerar como productiva en casi cualquier caso; ser octavos en la liga (tanto en la fase regular como en la clasificación final) y caer a las primeras de cambio en la Copa que organizamos convierten casi cualquier temporada en un fracaso. Supongo que todo esto se puede dejar en un aprobado. El cuerpo ahora mismo me pide que éste sea lo más raspado posible, pero soy plenamente consciente de que si la F4 hubiera sucedido cronológicamente después de los Playoffs me pediría ser bastante más generoso. El juego de toda la temporada no invita al optimismo, pero con el paso del tiempo lo que queda es lo que se hizo y no tanto el cómo.

En cualquier caso, lo que es innegable es que hemos elegido la temporada adecuada para jugar con fuego: en la que no peligraba nuestra participación europea (aguardo con expectación en detrimento de quién) y en la que ya no se contaban puntos para el siguiente Trienio. Menos mal.

viernes, mayo 04, 2007

Cita con la Historia.

Sí, ya sé que escribí algo sobre esto en mis últimos escritos, pero creo que la ocasión lo merece. Como últimamente parece que tengo la pólvora articulística mojada, echaré mano de lo que ha escrito otro, con la promesa de intentar volver con algo de mi cosecha a la mayor brevedad. Os dejo, pues, en buenas manos: en las de mi amigo Dani, que se ha marcado un pedazo de artículo:

Querido Darío:

Te escribo un 3 de mayo del 2007. Sí, hijo sí, en esa época en la que todavía había cintas de vídeo, tele analógica, y no habíamos inventado aún el MP7 del que tanto presumes en clase. Te escribo porque me apetecía compartir contigo lo que estamos viviendo estos días en Málaga.

Mañana, día 4, Unicaja juega el partido más importante de su historia en competición europea. Son muchos años, Darío, han sido muchos años esperando este momento. Tal vez yo no, que he tenido suerte de vivir el boom del baloncesto en Málaga desde el “no-triple” de Ansley (recuérdame que otro día te hable de él), pero sí que hay mucha gente que observado la evolución del baloncesto malagueño desde tiempos inmemoriales. Tu abuelo estos días lo disimula, pero está nervioso, Darío. Muy nervioso. Pero no es de esa emoción en plan “tengo-una-entrevista-de-trabajo-y-seguro-que-me-pongo-nervioso”, no. Es una emoción apasionante, casi juvenil.

Sigue leyendo en Buscando un Ideal. Y en el foro.

domingo, abril 15, 2007

Y el Destino fue derrotado.

Sí, ya lo sé, esto llega con varios días de retraso. Mil disculpas a mi cada vez más escasa parroquia.

En fin, dicen que más vale tarde que nunca, y que nunca es tarde si la dicha es buena. Y en este caso es evidente que lo es, y mucho. Quienes hayan venido leyéndome a lo largo de todos estos meses sabrán de mi escepticismo respecto a las posibilidades del Unicaja para hacer algo importante esta temporada, así como, en la línea del pacotrofismo más tradicional, de mi total pesimismo a la hora de confiar en una posible eliminación de las hordas culés en una confrontación definitiva. Más de una década de frustraciones me había llevado al convencimiento de que detrás de todo había una mano negra que no sólo se encargaba de impedirnos la victoria sino que trataba de hacerlo de maneras particularmente dolorosas: la del mismísimo Destino (para Zeljko, prueba de un bondadoso orden superior que, para su desazón, se ha esfumado), contra el que poco podíamos hacer (en especial en esta temporada, irregular como pocas).
Cierto es que en la competición continental habíamos roto nuestro máximo registro histórico, llegando por primera vez a los cuartos de final. Ni siquiera habíamos sido capaces de tal hazaña la temporada pasada, cuando habíamos conseguido terminar la primera fase como mejor equipo de la competición y además, según dicen, pues mi ausencia del país me impidió comprobarlo con mis propios ojos, desplegamos el mejor baloncesto que se recuerda nunca por estos lares. Pese a todo ello, una nueva decepción contra el Barcelona nos impidió seguir adelante. Por el contrario, una muy flojita primera liguilla no ha sido óbice para quedar encuadrados en un grupo asequible del que salir airosos, enfrentándonos al reto de plantar cara otra vez a nuestros fantasmas particulares (que en esta ocasión no visten de blanco sino de azulgrana). Los vaivenes continuos de este Unicaja, la irregularidad, la evidencia de que este año la plantilla no rebosaba talento y calidad poco hacían presagiar que el Destino podría ser derrotado.

El panorama, pues, era desolador: nos enfrentábamos ante la posibilidad de caer eliminados por el Barça dos veces en la misma temporada.

El primer partido fue sencillamente extraordinario. Salió todo en lo que acabó por ser, con toda probabilidad, el mejor partido del año, lo que nos permitió vencer con bastante comodidad; no obstante, en el segundo fuimos nosotros los vapuleados (con un Juan Carlos Navarro en estado de gracia, lo que provocó sesudos debates relativos a las posibles maneras de pararlo), volviendo a las andadas por enésima vez. Tal escenario es el que enmarcaba la celebración de uno de los partidos más importantes de nuestra Historia. Empate a uno en el casillero y con la baja de Daniel Santiago, con problemas oculares. Ante todo esto, no faltaban los culés que se aprestaron a vender la piel del oso antes de cazarlo.

El tercer enfrentamiento fue muy parecido a lo que tantas veces habíamos tenido que presenciar a lo largo de todo este tiempo: las cosas parecen ir bien, cogemos una ventaja considerable que se llegó a estabilizar en torno a los 10 puntos, se nos apagan las luces, el Barça remonta y se llega a poner por delante. En esos momentos, con 5 puntos de desventaja en el marcador, con el historial que este tipo de finales presentábamos contra los culés, con la escasa capacidad ganadora y la gran facilidad para bajar los brazos de este equipo a lo largo de esta temporada, los únicos sentimientos que cabía albergar eran los derrotistas. Pero algo pasó: Dusko Ivanovic, que había ido todo el partido a remolque de lo que planteara Scariolo, decidió sacar del partido a Fran The Man, quien contra todo pronóstico estaba realizando un partido inusitadamente bueno para lo que suele hacer en el Carpena, dificultando las penetraciones de nuestros exteriores y martilleando nuestro aro con unos muy efectivos lanzamientos de media distancia. Mano de santo, oiga.

En resumidas cuentas, llegamos a un final de infarto en el que Pepe Sánchez resolvió de manera magistral (el vídeo de la jugada lo podéis ver aquí; no sé muy bien por qué, pero no me deja alojarlo en la página), con un triple que permanecerá en un lugar privilegiado de la memoria baloncestística de los aficionados malagueños junto al que anotó Garbajosa el año pasado y al que falló Mike Ansley hace casi 12 años.

Y los nervios, la tensión, la zozobra devinieron en una deflagración de alegría como la que jamás había estallado en el Martín Carpena. Es curioso, porque hasta ahora todos nuestros éxitos se habían concretado fuera de nuestros dominios: la Copa Korak, en Vrsac; la Copa del Rey, en Zaragoza; la liga, en Vitoria. Pese a haber organizado un par de Copas del Rey y a haber disputado una final de liga con factor cancha a favor, nunca habíamos contado con la posibilidad de celebrar algo en nuestro pabellón; asimismo, jamás habíamos disputado una eliminatoria frente al Barcelona con factor cancha a favor (a excepción de los cuartos de final de la pasada Copa del Rey, que no dejaba de ser un partido a vida o muerte en el que cualquier cosa puede pasar). Por fortuna, en esta ocasión no dejamos escapar ninguna de las dos posibilidades. Aunque, eso sí, todavía queda pendiente la asignatura de lograr un título propiamente dicho en casa, por mucho que algunos consideren la participación en la Final Four como un título sin trofeo. Además, ¿qué mejor manera de alcanzar tal éxito que exorcizando nuestros demonios al mismo tiempo? Sobre todo cuando uno ve que la culerada empezó a quejarse del arbitraje (llegando a calificarlo de robo), actitud con la que solían mostrarse implacables cuando eran ellos los presuntos favorecidos. De ello ha hablado, como era de esperar, el amigo Remember.

¿Y ahora qué? Pues supongo que toca soñar. Parece claro que las posibilidades de llegar más lejos son exiguas, pues el CSKA se antoja como un hueso demasiado duro de roer para un equipo tan poco constante y consistente como éste. De hecho, esta misma mañana hemos dejado escapar una victoria (en la línea en la que, hasta el jueves pasado, solíamos hacerlo contra el Barcelona) en casa frente al colista, demostrando nuestra incapacidad para encadenar dos partidos buenos seguidos. No obstante, tengo la intención de apostar 10 ó 15 euros a que el Unicaja gana la Euroliga. Es una cantidad que no va a ninguna parte en el casi seguro caso de pérdida pero que, dado lo que ofrecen las casas de apuestas, podría suponer un pellizco más que apetitoso si sonara la flauta y pudiéramos protagonizar una reedición de la Limognada que dejó atónita a la Europa canastera hace casi 15 años. Valdis me dijo que no fuera tonto y que apostara por el Panathinaikos dado que, de esta manera, me llevaría el dinero si ganan los griegos, y la alegría si nos imponemos nosotros. Pero yo me pregunto: ¿para qué, para amasar la espectacular cantidad de 10 euros si se cumplen los pronósticos y arrepentirme de no haberme dejado llevar por el corazón si éstos son hechos añicos? No creo que merezca la pena.

Por lo demás, las perspectivas del equipo siguen siendo poco halagüeñas de cara al verano. Por primera vez en mucho tiempo, nuestra presencia en la lucha por el título corre serio peligro (incluso en mayor medida que cuando el italiano tuvo que enderezar el desaguisado que le dejó el paso de Paco Alonso por la dirección del equipo); y, aunque sinceramente creo que no llegaremos a quedarnos fuera de los 8 primeros, el rival que nos corresponderá en suerte (Tau, Real Madrid, ¿quién sabe si de nuevo el Barcelona?) tendrá un nivel lo suficientemente alto como para que a nosotros y a nuestra proverbial irregularidad nos resulte asequible derrotarlo sin tener siquiera el factor cancha a favor. De hecho, parece incluso más al alcance de nuestra mano un improbable triunfo en Atenas que la revalidación del título liguero, puesto que lo uno son dos partidos mientras que lo otro requeriría entre 9 y 15, para un total de 3 rivales de mayor enjundia de la que a día de hoy podemos hacer gala nosotros. Pese al hito histórico que supone la clasificación para el tramo definitivo de la máxima competición europea, dudo que se pueda considerar exitoso un año en el que nos quedemos en los cuartos de final, si es que llegamos; más aún si tenemos en cuenta el nivel mostrado globalmente durante toda la temporada, incluyendo gran parte de la competición que teóricamente vendría a salvarla.

En cualquier caso, pase lo que pase de aquí al final de año, no quiero dejar de concluir este escrito sin resaltar la sobresaliente trayectoria de Sergio Scariolo al mando de la nave malagueña: cogió al equipo hundido y fue capaz de clasificarlo para la Euroliga; ganó una Copa del Rey; se hizo con un entorchado ACB, adquiriendo los puntos necesarios para garantizarse un Trienio; y finalmente nos clasifica para la Final Four. Difícilmente se puede pedir más.

miércoles, marzo 28, 2007

Ánimo, Garba.

Jorge Garbajosa se ha lesionado de gravedad (imágenes, aquí). Probablemente se perderá el Eurobasket, aunque el seleccionador no pierde la esperanza de contar con él. No es de extrañar, puesto que resulta difícil hacerse a la idea de no poder tener en una cita tan importante a un jugador de la categoría del de Torrejón de Ardoz.

Personalmente siempre tuve mis dudas de que pudier triunfar en la NBA. Suponía que podía jugar algunos minutos, pero de ninguna manera podía presagiar que, a estas alturas de la temporada, fuese titular y un pilar importante de su equipo, si bien sus números han venido sufriendo un apreciable bajón en los últimos tiempos). El apartado defensivo me parecía particularmente difícil de solventar, puesto que las condiciones físicas de los jugadores interiores que por allí juegan están muchísimo más desarrolladas. Hablando con Valdis sobre ello, estábamos de acuerdo en que tendría grandes dificultades para parar a bestias pardas como Amare Stoudemire, por lo que, según él, probablemente acabaría por defender a aleros. Tal idea me pareció bastante improblable, puesto que, si difícil le podía resultar detener a jugadores interiores, peor podría ser la sangría sufrida si había de enfrentarse a aleros, mucho más rápidos que los que juegan en Europa (y con los que nunca, que yo recuerde, se llegó a emparejar). Sin embargo, este tío jamás deja de sorprenderme, firmando una más que notable temporada (en la que, si no hubiera sido por la lesión, podría haber añadido el galardón de Rookie del Año a su ya extensa lista de condecoraciones individuales), principalmente en defensa, y mostrando una versatilidad extraordinaria en ambos lados de la cancha.

Me alegra especialmente que las cosas le vayan bien a este jugador. Tanto por todo lo que hizo para nuestro equipo como por cómo es él personalmente: simpático, profesional, trabajador, inteligente, honrado... todo un gran tipo.

No en vano, si uno echa un vistazo a los foros americanos, es reseñable la alta valoración de que allí goza. No he seguido demasiado los foros de por allí, por lo que me ha sorprendido gratamente leer, junto a los previsibles de seguimiento de la noticia y de apoyo al jugador (y la no tan previsible sugerencia de Juan, quien jamás dejará de sorprenderme) en el foro de la ACB y en el del Unicaja, hilos como éste, éste éste o éste. No obstante, uno de los mensajes publicados en el último de ellos merece especial atención, el escrito por un tal bigtime105, quien se queda a gusto en la página 10 cuando dice lo siguiente:

When I heard the scream to me is sounded more pissed off than pain so I'm not worried about that, his pain threshold seems high. Worst thing for me is what itll do to this team, you might think not much but watch out. Im prepared to never see him again and hope he has a nice retirement. Maybe CAlderon can take care of him when he gets big money...

Parece ser que Calderón va a tener que convertirse en una especie de ONG con patas y asumir la manutención de Garbajosa, que a buen seguro se quedaría en el arroyo si su carrera acabara con esta lesión. Lo curioso del asunto es que esto es lo que cabría esperar del estadounidense medio de la América profunda (cuyo proverbial desconocimiento sobre lo que se cuece en cualquier otra parte del planeta es público y notorio; con este botón como muestra), pero teóricamente los aficionados de Toronto son canadienses.

Era mi intención entrar en ese foro para tomarles un poco el pelo diciéndoles que, si finalmente esta lesión suponía la retirada definitiva de Jorge, siempre podría continuar su exitosa carrera como estrella del porno, alimentando así el rumor que ya leí en el mismo foro hace algún tiempo. Este rumor, como muchos sabréis, viene del apodo que se ganó Garbajosa durante su estancia en Málaga por obra y gracia del amigo Abel. Dani hace referencia a esta historia en el último escrito de su blog, aunque faltan algunos documentos que me dijo que estarían cuando hablé con él por teléfono. Si es que no te puedes fiar de este hombre. Esperemos que próximamente subsane tales deficiencias.

En fin, esperemos que todo se solucione pronto y bien, y que podamos ver a Jorge jugando la próxima temporada y por muchos años.

viernes, marzo 16, 2007

One more chance.

Tras la victoria de anoche del Unicaja, se confirma el pase a cuartos de final de la Euroliga; y como primeros de grupo, lo que nos enfrentará al Fútbol Club Barcelona, segundos en el Grupo F.

Nunca antes habíamos logrado algo así. Derrotada la Historia, queda el destino.

lunes, marzo 12, 2007

Crispación.

Ésta es una de las palabras más repetidas cuando se habla política, al menos en los últimos años. En cierto modo es un concepto consustancial a la política en sí misma, al ser ésta entendida como una especie de concurso de popularidad en la línea de lo que todos hemos visto mil veces en películas o series americanas de instituto. En teoría se suele decir que el objetivo de un político es buscar el bien común; muy al contrario, lo que de verdad buscan no es otra cosa que arañar votos de donde sea, cuando no se mueven por intereses más oscuros e inconfesables. No obstante, la crispación tiene altibajos. Y ahora estamos en uno de los altos-altísimos, en un ambiente político irrespirable, que ha alcanzado como punto culminante la manifestación celebrada con motivo de la decisión del Gobierno de conceder la prisión atenuada al etarra José Ignacio De Juana Chaos. Al menos en la esfera político-mediática, puesto que por el momento mi percepción es que esa polarización extrema haya llegado a la calle (a excepción de elementos particularmente forofos que viven la política como si de un Real Madrid-Barça se tratara; incluso en estos casos, por lo general, la sangre se suele quedar en los foros de debate, tanto los frecuentados por los partidarios de los unos, como de los otros y de adscripción mixta).

Desde mi punto de vista, aquellos barros traen estos lodos. O dicho de otra manera, todo esto viene de lejos, por lo que me parece conveniente contextualizar este asunto para poder expresar mi opinión personal de todo este asunto, como llevaba pensando hacer desde hacía algunos días, sin encontrar tiempo para ello (pese a haber estado debatiéndolo en parte con Elvis). Recapitulemos:

De Juana Chaos mata a 25 personas, por lo que es condenado a más de 3000 años de cárcel. Por suerte o por desgracia, el Ordenamiento Jurídico español se basa en el principio de reinserción, por lo que no contempla la pena de muerte ni la cadena perpetua; de hecho, se entiende que todo aquello que vaya más allá de los 30 años es una cadena perpetua en la práctica, de ahí que sea ésa la pena máxima que se ha establecido como posible en nuestro país. Esto nos podrá gustar o no, y el debate al respecto es perfectamente legítimo. Ahora bien, las leyes están para cumplirlas.

Cuando este sujeto cometió sus crímenes, el Código Penal vigente establecía que las reducciones de condena y los beneficios penitenciarios se habrían de aplicar sobre ese límite de 30 años al que, como máximo, se puede condenar a una persona. De ahí que, pese a haber sido condenado a varios millares de años, De Juana fuese a cumplir su condena tras menos de 20 años en prisión. Evidentemente resulta obsceno que a este individuo le haya salido cada muerto a menos de un año, pero no había nada que se pudiera hacer al respecto. Porque, pese a que el Código Penal fuese reformado posteriormente, de modo que las reducciones se aplicaran sobre la condena total y no sobre los 30 años (que fueron ampliados a 40 para casos de terrorismo), existe un principio fundamental en el derecho de cualquier estado democrático: el de la irretroactividad de las leyes, que establece que en ningún caso las condenas se podrán variar de acuerdo con reformas legislativas promulgadas con posterioridad a la comisión del delito.

Esto, que es bien sabido por los políticos y sus voceros mediáticos, fue convenientemente pasado por alto por algunos sectores del Partido Popular (no en vano son los mismos bajo cuyo mandato fueron excarcelados por las mismas razones unos cuantos angelitos, de los que uno, Iñaki Bilbao, incluso volvió a matar) y de su entorno mediático: se decía sin rubor alguno que la culpa de que De Juana fuera a salir a la calle en breve era del Gobierno y del pérfido Zapatero, el amigo de los terroristas. Incluso un dirigente popular de un pueblo de Madrid, en una de las primeras manifestaciones (millonarias en asistencia, como todas) así lo llegó a transmitir a sus afiliados en las cartas enviadas invitándoles a participar en las manifestaciones.

Estando el ambiente como estaba, con diarias acusaciones de connivencia con el terrorismo (tanto en la vertiente relativa al diálogo con ETA como en las teorías conspirativas sobre el 11-M), el Gobierno, temblando ante la posibilidad de perder votos, se cagó. Y salió el Ministro de Justicia, por entonces Miguel Ángel Aguilar, diciendo que ya se encargarían ellos de que De Juana permaneciese en prisión. Y fue así como buscaron algo con lo que callar las bocas por un tiempo. Encontraron un par de artículos por los que pretendían empurar a De Juana por 96 años, lo que no deja de ser una auténtica burrada. Independientemente de lo escandalosamente injusta que fuera su condena anterior, pretender que por dos artículos (uno y otro) se pueda condenar a alguien por casi 100 años no es realista. Y, claro, se la tuvieron que envainar: los 96 años fueron decreciendo, hasta que se quedaron en 3 y pico (creo). No por concesiones a los terroristas, sino por pura inviabilidad jurídica.

Un Estado de Derecho no se puede permitir condenar a alguien por ser quien es, a causa de que las leyes que él mismo creó le parezcan de repente insuficientes. Y mucho menos que su Ministro de Justicia así lo anuncie abiertamente. Lo peor que se puede hacer en la lucha contra el terrorismo es dar excusas para presentarse como víctimas. Si además consigues que lleven razón en sus quejas, estás perdido. Han logrado crear un símbolo, un mártir para la causa. La cortedad de miras de esta gente es acojonante, pero, aun así, parece que se han dado cuenta ahora de los peligros que habían causado ellos mismos y de las consecuencias que sus actos podían acarrear si al hijo de puta este le daba por morirse. Pero ya no era el momento de retroceder. Una vez tomada la decisión de mantener a De Juana, no cabía marcha atrás. Puesto que, además de convertir a De Juana en un mártir de la libertad, has conseguido que pase a ser también un héroe que le ha ganado un pulso al Estado fascista y opresor. Y, peor aún, te arriesgas a que siguiera en sus trece incluso en su casa; ¿qué habríamos hecho entonces? ¿Dejamos que se muera o seguimos retrocediendo? Aunque parece claro que todo estaba bien atado y que las conversaciones bajo cuerda con Batasuna siguen ahí.

Y, aunque es evidentemente inteligente no tomar la decisión de mandar a De Juana a su casa, creo -como ya dije en su momento- que no es una postura inteligente, que es el momento de la firmeza y de hacerles saber que, para que el diálogo continúe, deben poner mucho de su parte. Por otra parte, y ésta es otra nefasta consecuencia de todo este asunto, la imagen de ETA podría haberse debilitado muchísimo entre su público (o al menos entre el sector de su público que tenía esperanzas en que la negociación llegase a buen puerto), pero todo el recrudecimiento del asunto De Juana ha permitido desviar la atención. Una pena.

Y entonces llegaron las manifestaciones; y el PP, en lo que me parece uno de los detalles de peor gusto en los que puede caer alguien que realmente no pretenda hacer política electoral (perdón por el pleonasmo) del terrorismo, se puso el lazo azul, para desazón de quienes lo idearon; y comenzó el baile de cifras (para el que, como siempre, es interesante consultar el Manifestómetro); y Pepín Blanco afirmó que los dos millones y pico de manifestantes que, según la Comunidad de Madrid, acudieron a la cita (casi la población total de Barcelona, no lo olvidemos) son muchos menos que los que han muerto en Irak; y, en definitiva, la vergüenza que habitualmente nos produce nuestra clase política se elevó a la enésima potencia.