Cambios.
En primer lugar quiero hacer una advertencia: poneos cómodos porque se avecina un ladrillo de los auténticos.
Hace ya bastantes días desde el último informe, y lo cierto es que han pasado bastantes cosas desde entonces; para empezar, mi lugar de trabajo. En un primer momento, mi ocupación aquí era la de camarero en el Hotel Queens. Sin embargo, desde hace un par de días, mi cargo es el de porter (nada que ver con Terry)/barman el Hotel Cumberland. La diferencia es que ahora sirvo cervezas detrás de la barra en lugar de cafés en el restaurante; aparte de es, y dependiendo del turno que me toque, soy una especie de “chico para todo”: me pueden pedir que ayude a los huéspedes con el equipaje, que traslade mobiliario de una sala a otra, que recoja los vasos que los clientes se han llevado la noche anterior a la habitación...
En general, y por lo visto hasta ahora, creo que este trabajo me va a gustar más. La verdad es que no estaba demasiado a gusto en mi anterior trabajo: no llegué a pillarle el tranquillo del todo y siempre tenía esa frustrante sensación de estar haciendo las cosas mal; además, mi relación con la gente del restaurante no terminaba de ser del todo fluida, en especial con un camarero portugués con vocación de jefe que resultaba bastante tocahuevos. Por el contrario, en los dos días que he trabajado el nuevo hotel, las primeras sensaciones son mucho mejores, tanto en las actividades en sí como en el trato con los compañeros. Mención aparte merece la persona con la que compartí mis primeras horas en el Cumberland: un hombre mayor, de 55 años, llamado Ben. Se trata de un argelino que lleva 16 años trabajando en ese hotel y que tiene una especial afición por el despelleje de todo bicho viviente: portugueses (muy abundantes en los hoteles de la cadena), ingleses, alemanes, sus jefes, sus compañeros, las recepcionistas, la señora Thompson... Me pareció un buen hombre -un tanto freakie, eso sí- aunque bastante amargado.
Sin embargo, no es el trabajo el único cambio que se avecina en mi aventura inglesa, ya que han surgido algunos problemas en cuanto a mi permanencia en los dominios de los Thompson. Resulta que mi antecesor en la habitación salió del piso tirándose los trastos a la cabeza con los Thompson, en especial con ella. Tuvieron bastantes problemas, empezando por una ocasión en la que este muchacho, un alemán llamado Andreas, metió de manera clandestina a su hermano en la habitación a pasar unos días, coincidiendo con una visita de nuestros caseros para comprobar que todo estaba en orden; al oír que alguien entraba, su hermano optó por abandonar el piso saltando por la ventana, con tan mala suerte que fue descubierto por los padres de la señora Thompson que aguardaban en el coche. A partir de ahí, toqueteos inoportunos a la lavadora (de los que aún estamos pagando las consecuencias, ya que echa agua por debajo cada vez que está funcionando; supuestamente, el señor Thompson se iba a pasar esta semana para arreglarla, pero la toalla con la que paliamos la situación sigue al pie de la lavadora) o acusaciones de practicar guarreridas españolas en su cama (que ahora es la mía) hicieron el resto.
Probablemente os estaréis preguntando qué demonios tiene esto que ver conmigo. Pues sí que tiene, sí. Resulta que Andreas fue despedido de su trabajo por la señora Thompson, que, además de casera, es algo así como la encargada de Recursos Humanos de la cadena. Según a quién le preguntes, ambas situaciones pueden estar relacionadas o no, pero el caso es que Andreas fue a hablar con el Manager principal para quejarse de que mi casera había dejado que sus problemas personales interfiriesen con su labor profesional. Esto ha traido como consecuencia la prohibición de ahora en delante de que la señora Thompson lleve a cabo esta “duplicidad” de cargos con sus inquilinos/trabajadores. De tal modo que aquellos que trabajamos para la cadena de hoteles Blue Mermaid no podemos alojarnos en este piso. No obstante, la señora Thompson me ha dicho que no sabe si me permitirán quedarme, ya que mi contrato expira en octubre, por lo que podrían darme algo más de tiempo. Así que estoy a la espera de noticias.
Como ya os he comentado, el piso no es ninguna maravilla, pero al menos está cerca del trabajo, y la gente con la que convivo está bastante bien (incluso aunque ya no esté la polaca, sí). Lo más irónico de la situación es que la vacante que he venido a cubrir en el Cumberland es la del mismísimo Andreas, que ayer fue quien me estuvo acompañando y enseñando en el trabajo. Me ha dicho que está viviendo en una habitación doble y que no tiene compañero. Según parece, si consiguiera uno, cada inquilino tendría que pagar sólo 40 libras, contra las 65 que me cobran a mí aquí. No quiero ni imaginarme la cara que pondría la señora Thompson al enterarse -que se enteraría seguro- de que me iba a vivir con el que, según ella, es culpable de mi posible desalojo.
En otro orden de cosas, os tengo que poner al corriente de un suceso acontecido hace varios días: una de mis compañeras se dejó la ventana de su habitación abierta y alguien aprovechó dicha situación para entrar y robar algunas cosas. Se llevó los dos teléfonos móviles de esta chica y algo de dinero. Lo del dinero es realmente curioso, ya que se llevó 12 libras de su monedero dejando dentro otra moneda de dos libras. Un ladrón muy considerado, sí. Aparte de eso, la chica española que vive aquí, que duerme en esa misma habitación, me ha dicho hoy que no encuentra su reproductor de MP3. Teniendo en cuenta lo poco que se llevó, especulamos con que entrara cuando yo todavía estaba en la casa: ese día fui el último en salir del piso, y quizás entró cuando yo me estaba duchando, saliendo en cuanto oyó que alguien salía del cuarto de baño. En cualquier caso, tuvimos la visita de dos amables agentes de policía que tomaron declaración a la chica alemana que se dejó la ventana abierta. No dejaba de ser divertido ver al hombre haciendo el atestado en la encimera (a causa de la ausencia de mesas en nuestro equipadísimo piso) y con los pies casi en el charco que había bajo la lavadora. Más tarde, a eso de las 4, vinieron los del Crime Scene Investigation para comprobar si había alguna huella aunque, lamentablemente, yo no estaba presente. A buen seguro, el C.S.I. Bournemouth deja en pañales a sus homólogos de Las Vegas y Miami.
Bueno, pues por el momento esto es todo. Espero vuestros consejos sobre mi disyuntiva inmobiliaria, aunque de momento habrá que esperar a que me digan algo definitivo.
En primer lugar quiero hacer una advertencia: poneos cómodos porque se avecina un ladrillo de los auténticos.
Hace ya bastantes días desde el último informe, y lo cierto es que han pasado bastantes cosas desde entonces; para empezar, mi lugar de trabajo. En un primer momento, mi ocupación aquí era la de camarero en el Hotel Queens. Sin embargo, desde hace un par de días, mi cargo es el de porter (nada que ver con Terry)/barman el Hotel Cumberland. La diferencia es que ahora sirvo cervezas detrás de la barra en lugar de cafés en el restaurante; aparte de es, y dependiendo del turno que me toque, soy una especie de “chico para todo”: me pueden pedir que ayude a los huéspedes con el equipaje, que traslade mobiliario de una sala a otra, que recoja los vasos que los clientes se han llevado la noche anterior a la habitación...
En general, y por lo visto hasta ahora, creo que este trabajo me va a gustar más. La verdad es que no estaba demasiado a gusto en mi anterior trabajo: no llegué a pillarle el tranquillo del todo y siempre tenía esa frustrante sensación de estar haciendo las cosas mal; además, mi relación con la gente del restaurante no terminaba de ser del todo fluida, en especial con un camarero portugués con vocación de jefe que resultaba bastante tocahuevos. Por el contrario, en los dos días que he trabajado el nuevo hotel, las primeras sensaciones son mucho mejores, tanto en las actividades en sí como en el trato con los compañeros. Mención aparte merece la persona con la que compartí mis primeras horas en el Cumberland: un hombre mayor, de 55 años, llamado Ben. Se trata de un argelino que lleva 16 años trabajando en ese hotel y que tiene una especial afición por el despelleje de todo bicho viviente: portugueses (muy abundantes en los hoteles de la cadena), ingleses, alemanes, sus jefes, sus compañeros, las recepcionistas, la señora Thompson... Me pareció un buen hombre -un tanto freakie, eso sí- aunque bastante amargado.
Sin embargo, no es el trabajo el único cambio que se avecina en mi aventura inglesa, ya que han surgido algunos problemas en cuanto a mi permanencia en los dominios de los Thompson. Resulta que mi antecesor en la habitación salió del piso tirándose los trastos a la cabeza con los Thompson, en especial con ella. Tuvieron bastantes problemas, empezando por una ocasión en la que este muchacho, un alemán llamado Andreas, metió de manera clandestina a su hermano en la habitación a pasar unos días, coincidiendo con una visita de nuestros caseros para comprobar que todo estaba en orden; al oír que alguien entraba, su hermano optó por abandonar el piso saltando por la ventana, con tan mala suerte que fue descubierto por los padres de la señora Thompson que aguardaban en el coche. A partir de ahí, toqueteos inoportunos a la lavadora (de los que aún estamos pagando las consecuencias, ya que echa agua por debajo cada vez que está funcionando; supuestamente, el señor Thompson se iba a pasar esta semana para arreglarla, pero la toalla con la que paliamos la situación sigue al pie de la lavadora) o acusaciones de practicar guarreridas españolas en su cama (que ahora es la mía) hicieron el resto.
Probablemente os estaréis preguntando qué demonios tiene esto que ver conmigo. Pues sí que tiene, sí. Resulta que Andreas fue despedido de su trabajo por la señora Thompson, que, además de casera, es algo así como la encargada de Recursos Humanos de la cadena. Según a quién le preguntes, ambas situaciones pueden estar relacionadas o no, pero el caso es que Andreas fue a hablar con el Manager principal para quejarse de que mi casera había dejado que sus problemas personales interfiriesen con su labor profesional. Esto ha traido como consecuencia la prohibición de ahora en delante de que la señora Thompson lleve a cabo esta “duplicidad” de cargos con sus inquilinos/trabajadores. De tal modo que aquellos que trabajamos para la cadena de hoteles Blue Mermaid no podemos alojarnos en este piso. No obstante, la señora Thompson me ha dicho que no sabe si me permitirán quedarme, ya que mi contrato expira en octubre, por lo que podrían darme algo más de tiempo. Así que estoy a la espera de noticias.
Como ya os he comentado, el piso no es ninguna maravilla, pero al menos está cerca del trabajo, y la gente con la que convivo está bastante bien (incluso aunque ya no esté la polaca, sí). Lo más irónico de la situación es que la vacante que he venido a cubrir en el Cumberland es la del mismísimo Andreas, que ayer fue quien me estuvo acompañando y enseñando en el trabajo. Me ha dicho que está viviendo en una habitación doble y que no tiene compañero. Según parece, si consiguiera uno, cada inquilino tendría que pagar sólo 40 libras, contra las 65 que me cobran a mí aquí. No quiero ni imaginarme la cara que pondría la señora Thompson al enterarse -que se enteraría seguro- de que me iba a vivir con el que, según ella, es culpable de mi posible desalojo.
En otro orden de cosas, os tengo que poner al corriente de un suceso acontecido hace varios días: una de mis compañeras se dejó la ventana de su habitación abierta y alguien aprovechó dicha situación para entrar y robar algunas cosas. Se llevó los dos teléfonos móviles de esta chica y algo de dinero. Lo del dinero es realmente curioso, ya que se llevó 12 libras de su monedero dejando dentro otra moneda de dos libras. Un ladrón muy considerado, sí. Aparte de eso, la chica española que vive aquí, que duerme en esa misma habitación, me ha dicho hoy que no encuentra su reproductor de MP3. Teniendo en cuenta lo poco que se llevó, especulamos con que entrara cuando yo todavía estaba en la casa: ese día fui el último en salir del piso, y quizás entró cuando yo me estaba duchando, saliendo en cuanto oyó que alguien salía del cuarto de baño. En cualquier caso, tuvimos la visita de dos amables agentes de policía que tomaron declaración a la chica alemana que se dejó la ventana abierta. No dejaba de ser divertido ver al hombre haciendo el atestado en la encimera (a causa de la ausencia de mesas en nuestro equipadísimo piso) y con los pies casi en el charco que había bajo la lavadora. Más tarde, a eso de las 4, vinieron los del Crime Scene Investigation para comprobar si había alguna huella aunque, lamentablemente, yo no estaba presente. A buen seguro, el C.S.I. Bournemouth deja en pañales a sus homólogos de Las Vegas y Miami.
Bueno, pues por el momento esto es todo. Espero vuestros consejos sobre mi disyuntiva inmobiliaria, aunque de momento habrá que esperar a que me digan algo definitivo.
10 Comments:
Que cosas te pasan Botones Sacarino, y yo pensaba que la única persona a la que le pasaban esas cosas era a Marga, juas juas juas
En cuanto a lo del trabajo y Andreas, vaya putadita, es normal que no sepas que ahcer, pero si el piso esta tan mal como parece, mejor sera que te cambies con el aleman, eso si, hablando antes con tu casera para que vea que no se lo ocultas y que no tienes mas remedio por las nuevas normas del trabajo.
En cuanto lo del robo, espero que no duden de ti, porque si les cuentas chistes, seguro que piensan que eres una mala persona y que mangar cosas es lo menos malo que puedes hacer.
Otra cosita, tienes móvil?
Un saludo 666
Hola crack, yo creo que deberias de irte a vivir con el aleman, no se porque pero me da a mi que no es mala gente y que podria llevarte bien con el. Ya sabes mi vena de Octavio Acebes...
Espero que todo te vaya bien y vete preparando para escribir un libro.
Curioso lo del CSI.
Un saludo!
Pues qué quieres que te diga, macho. Sólo puedo transmitir mi solidaridad con Andreas, porque la actitud de los Thompson me parece inaceptable.
Cuando tú alquilas algo, se considera que la propiedad temporal de eso que has alquilado es tuya, y por tanto, puedes meter allí a 7 amigos ucranianos, a una libanesa que acabas de ligarte, o al propio Benedicto XVI en el caso de que quisiera ducharse en cuclillas. Es que me parece alucinante que ni siquiera le dejasen hacer "cochinadas" en su cama: ¿acaso eran sus padres adoptivos los Thompson? Y aún más, ¿qué consideraban ellos cochinadas? ¿Acostarse con otra persona, con el riesgo de sobrecargar de huéspedes la habitación? Porque supongo que para ellos, las acciones de "amor propio" no serían un problema.
A mí me parece que los Thompson son bastante tiranos y se aprovechan de vuestra precaria situación y de que Mrs. Thompson os tiene cogidos por los bollocks con su cargo en la empresa.
Desde aquí parece fácil dar consejos, ya que ninguno de nosotros sufrirá las consecuencias encontrándose en la calle o en el paro. Sopésalo, intenta razonar con Mrs. Thompson, y vete a vivir con Andreas.
Y si no, siempre te queda la posibilidad de intentar convertir a Mrs. Thompson en Mrs. Robinson. A lo mejor tiene una hija como Elaine y sacas algo positivo.
Saludos y suerte.
P.S. Acabo de leer tu correo y ya te he enviado los links de las fotos.
Tengo que hacer una aclaración sobre un punto de mi mensaje que, como he podido comprobar una vez releído, no quedaba demasiado claro; de hecho, el propio Vampiro lo ha entendido mal: se trata de las insinuaciones sobre posibles fornicios en cama ajena. No fueron los Thompson los que lanzaron esas acusaciones, sino que fue el propio Andreas. Al encontrar que los Thompson le habían cambiado las sábanas sin motivo aparente, su calenturienta mente se puso a maquinar, concluyendo que nuestros caseros se acababan de dar un homenaje al hallar, tal vez, el piso vacío. Y no tuvo otra ocurrencia que, en medio de una disputa, echárselo en cara a la señora Thompson quien, como era previsible, montó en cólera de la misma manera que presuntamente había montado en Mark (su marido).
En cualquier caso, Valdis, te veo realmente resentido con el colectivo de caseros y arrendadores. Lo tuviste que pasar realmente mal en Barcelona. La verdad es que quien te conozca se puede hacer una idea de lo que te puede entrar a ti por el cuerpo si alguien entra a las 11 de la madrugada en tu dormitorio sin un motivo absolutamente inaplazable; no digamos si la razón era preguntarte por qué no te levantabas.
En cuanto a situación actual, finalmente me voy a vivir con Andreas el próximo jueves, día 1 de septiembre. Lo bueno es que dos de las inquilinas que se encontraban con el mismo problema que yo han encontrado acomodo en el mismo piso, por lo que nos vamos todos juntitos en amor y compaña. Y, por cierto, por lo que me han dicho, mi nuevo casero -un portugués llamado Ricardo- será del agrado incluso de Valdis, ya que nunca se pasa por el piso; tal vez porque el amigo tiene 18 pisos en toda la ciudad, por lo que controlarlos todos requeriría bastante tiempo.
Hay una cosa que no me ha quedado clara, o qeu no has explicado ¿que edad tienen los Thompson? Supongo que la edad también influirá en el trato.
PS: Te he linkado en mi blog, espero qeu no te moleste el titulo qeu le he puesto al link.
Pues sí, estaba poco claro y se entendía otra cosa. De todos modos, menos mal que mi casera en Barcelona, la inefable Doña Paquita, era viuda y no puedo imaginármela dándose homenajes en mi cama, ya que en otro caso, te habría pasado la factura del psiquiatra y la lobotomía por haber despertado en mí la imagen de tal hecho.
Y no es que esté resentido con los caseros, es que he vivido muchos años de alquiler y podría contar experiencias que traumatizarían y harían llorar al mismísimo Jean-Claude Van Damme. Lo de despertarme a las 11 de la mañana un domingo es lo de menos, lo aseguro. Recuérdame que algún día te cuente la historia de el señor José.
Celebro que te mudes con Andreas y con gente conocida. Y celebro aún más que tu nuevo casero sea el señor Ricardo. Podrá ser un capullo, pero no estará metiendo sus narices en tu piso cada dos días.
Saludos.
En referencia a lo que comenta Mr Qeu, los Thompson deben andar por los 40. Aunque, como ya dije, no han puesto ninguna cortapisa en el aspecto erótico-festivo. De hecho, en cuanto permitir a otras personas pernoctar en el piso, el problema fue hacerlo clandestinamente, ya que otra de las habitantes de la casa pidió permiso y le fue concedido.
Por otra parte, no veo motivo alguno por el que sentirse molesto con el nombre con el que me has enlazado. Ya me habías asustado y esperaba alguna muestra de ventanismo salvaje.
Qué pasa Bournemouth man.
Estaba yo navegando en una página de baloncesto (menos mal, si llega a ser una de esas páginas XXX en las que entro no lo hubiera reconocido, ups) y vi esto en un foro ¡del CSF! (hubiera sido mejor decir que estaba en una web guarrilla, sí).
http://www.encancha.com/foro/viewtopic.php?t=1635&sid=68900128e80eea9fc58957aba7e5c0b9
Un tal Raúl Pérez te cita y yo pensé "ottia, a éste lo conozco yo".
Me despido no sin antes decir ¡Una Heineken!
ps: cuidado con los portugueses y con las ventanas que no se cierran bien.
El de antes era yo, claro.
La que estás liando tu por allí ni en la telenovela esa de Antena 3 oiga.
Bueno si te cambian a una casa mejor tu saldrás ganando porque peor que eso es casi imposible.
El que te ha llamado Sacarino es cabroncete que se me ha venido a la cabeza tu careto y el traje del Sacarino y podrías ser su doble jajaja
Un abrazo crack :D
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