Un año de tristes efemérides (V).
Aquí una fecha más para el triste recuerdo. Y en este caso una de las de verdadera relevancia: hoy se cumplen 70 años del alzamiento de Paquito y adláteres y con él, salvo para revisionistas varios, el inicio de la Guerra Civil. Se trata sin duda de uno de los hechos más tristes de la Historia de nuestro país, que todavía mantiene divididos de manera apreciable (desde luego, en mucho mayor medida de lo que sería recomendable) a determinados sectores de la sociedad.
En un momento en el que los totalitarismos vivieron su Edad de Oro -especialmente en Europa; en Hispanoamérica llegaron después-, la Guerra Civil fue el resultado del fanatismo de los fascistas, comunistas, anarquistas y demás. La situación en la actualidad, por lo que leo, vuelve a estar calentita hasta el punto de que hay quien se aventura a augurar el estallido de una nueva conflagración patria. De ninguna manera puedo mostrarme tan catastrofista. El odio suscitado entre unos y otros no alcanza en absoluto los índices de aquellos tiempos, principalmente por la progresiva desaparición de posturas radicales (probablemente llegando al exceso, ya que hemos desembocado en un insoportable bipartidismo que cada vez se acentúa más pero, parafraseando a Michael Ende, ésa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión). Creo que podemos decir, por lo tanto, que hemos aprendido la lección de manera mayoritaria; o al menos eso espero.
Una vez más, recuerdos a la memoria de las víctimas.
Aquí una fecha más para el triste recuerdo. Y en este caso una de las de verdadera relevancia: hoy se cumplen 70 años del alzamiento de Paquito y adláteres y con él, salvo para revisionistas varios, el inicio de la Guerra Civil. Se trata sin duda de uno de los hechos más tristes de la Historia de nuestro país, que todavía mantiene divididos de manera apreciable (desde luego, en mucho mayor medida de lo que sería recomendable) a determinados sectores de la sociedad.
En un momento en el que los totalitarismos vivieron su Edad de Oro -especialmente en Europa; en Hispanoamérica llegaron después-, la Guerra Civil fue el resultado del fanatismo de los fascistas, comunistas, anarquistas y demás. La situación en la actualidad, por lo que leo, vuelve a estar calentita hasta el punto de que hay quien se aventura a augurar el estallido de una nueva conflagración patria. De ninguna manera puedo mostrarme tan catastrofista. El odio suscitado entre unos y otros no alcanza en absoluto los índices de aquellos tiempos, principalmente por la progresiva desaparición de posturas radicales (probablemente llegando al exceso, ya que hemos desembocado en un insoportable bipartidismo que cada vez se acentúa más pero, parafraseando a Michael Ende, ésa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión). Creo que podemos decir, por lo tanto, que hemos aprendido la lección de manera mayoritaria; o al menos eso espero.
Una vez más, recuerdos a la memoria de las víctimas.
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