domingo, agosto 28, 2005

Nuevo candidato al trono gruporrisaico.

Muchos de los que leéis este blog ya conocéis el célebre foro del Grupo Risa. Para los que no hayan tenido el placer, os diré que se trata de un lugar en el que gentes de esa antinómica tendencia ideológica que se ha venido a denominar liberal-conservadora exponen sus opiniones -elevadas al grado de verdad absoluta, por supuesto- acerca de lo nefasto que es el Gobierno socialista y la izquierda en general. La mayoría de los que por allí participan muestran una capacidad para generalizar y etiquetar con estereotipos a los que piensan de manera distinta a ellos que resultaría realmente asombrosa si no fuera porque ellos mismos son estereotipos con patas: todos cortados por el mismo patrón (pro-israelitas, anti-islamistas, patrioteros hasta la decir basta...), hallar disensiones en ese foro es tarea harto complicada. Lo más irónico del asunto es que uno de los temas recurrentes es el sectarismo inherente a la progresía, así como la parcialidad con la que los medios afines al PSOE -el 90% de los medios nacionales, por supuesto, que para algo vivimos en el Imperio del Monopolio- informan; estas críticas en principio podrían tener cierto valor, pero cuando provienen de personas que se declaran fervientes admiradores -entre otros muchos- de Federico Jiménez Losantos, Cristina López Schlichting, César Vidal o Pío Moa, claros exponentes del desapasionamiento informativo, en poca consideración se las puede tener. Porque el gran problema de esta gente es que se creen imparcialmente informados por la COPE y Libertad Digital; realmente piensan que lo que les dicen en estos medios son las verdades del barquero, que diría aquel; que no responde a unos intereses, a unos prejuicios. Luego pasa lo que pasa, y, aunque se saben de memoria cualquier gesto hacia el castrismo por parte de los personajes de la izquierda (que, dicho sea de paso, muestran en algunas ocasiones una condescendencia con el Régimen bastante lamentable), se sorprenden mucho, hasta el punto de achacarlo a una concesión electoral con vistas a las pasadas elecciones gallegas, cuando ven una imagen del Honorable Presidente Fundador del partido del que son forofos -alcanzando la categoría de 'ultra' en según qué casos- fundido en un abrazo con un alto cargo de la Dictadura cubana, cuando es pública y notoria la relación cuasi fraternal que une a ambos déspotas. Pero claro, eso no se lo repiten a todas horas en los 'radiosermones'.

De entre todos los que escriben en este foro, siempre me había llamado especialmente la atención un individuo al que ya os he 'presentado' a algunos de vosotros y que responde al pseudónimo de Josama Zapaladen; se trata de un sujeto que vive en una permanente cruzada -vocablo que en este caso viene que ni pintado- contra el Islam, hasta el punto de dedicarle un blog monográfico a los moromierdas, cariñoso apelativo con el que se suele referir a los musulmanes en el foro de Grupo Risa, pese al enunciado de una de las normas del foro, que reza tal que así: 4. No se permitirán los comentarios, la introducción de imágenes o actitudes xenófobas, homófobas, racistas o contra la condición sexual de cualquier persona y que puedan conllevar cualquier tipo de discriminación. Allí podréis encontrar datos que son de dominio público como es el origen indo-arábigo (inventado por los hindúes aunque extendido por los musulmanes) del sistema de numeración decimal presentados como el descubrimiento de la pólvora, con la intención de abrirle los ojos a cualquier persona que no conociera ese dato quien, automáticamente, al saber que no fueron los árabes los inventores, pasaría a considerar, al igualque Josama, a cualquier persona de confesión islámica como la escoria de la humanidad.

Sin embargo, sus más sonadas -en todos los sentidos- intervenciones no han tenido lugar en su blog, sino en el foro del que antes os he hablado. El primer derramamiento de bilis a lo burrico que le recuerdo fue hace bastante tiempo, en relación con las torturas de Abu Gharib; lamentablemente, se perdió cuando se mudaron de foro. No obstante, todavía se encuentran disponibles numerosas intervenciones destacadas como aquella en la que explicaba el proceso de regularización de inmigrantes como un gesto de agradecimiento de Zapatero a Bin Laden (el disgusto que se llevarían Aznar, Acebes o Zaplana al comprobar que Josama atribuía la autoría intelectual del 11-M a los islamistas y no a ETA o incluso al propio PSOE, como he podido leer en ese mismo foro), o el profundo retrato psicológico-sociológico que hizo sobre nosotros, los progres trasnochados.

En momento alguno se me ocurrió que otro forero le pudiera hacer sombra en cuanto a intransigencia, intolerancia, odio y todo eso que no hace falta que exponga si habéis leído los enlaces. Sin embargo, no hace mucho tiempo, pude leer en ese foro un hilo en el que se comentaba una noticia según la cual varios miembros de las Juventudes Socialistas de Cataluña se dedicaron a hostigar a unos cuantos peregrinos profiriendo proclamas vejatorias contra la Iglesia aduciendo que protestaban por su 'moral sexual'. Lo cierto es que la noticia tiene su miga; siendo siempre deleznable este tipo de métodos (especialmente contra personas que nada tienen que ver), lo que resulta delirante es el razonamiento que lleva a este grupo de personas a hacerles pasar un mal rato a unos pobres peregrinos que pasaban por allí: protestar contra la moral sexual de un colectivo de personas. Digo yo que cada cual podrá tener la moral sexual que le salga de los cojones (perdón por la obviedad) siempre y cuando siga un precepto muy simple que acostumbraba a decir un gran profesor que tuve: 'la libertad de mi puño termina donde empieza la libertad de tu cara'. Precisamente, si hay algo reprobable en la Iglesia Católica y su moral sexual es la vocación de imposición que la ha caracterizado a lo largo de los siglos, ya sea por medio de hogueras, métodos de tortura más o menos sofisticados, aquiescencia con algunas de las dictaduras más repugnantes del siglo XX o por simple presión social cuando ha tenido un poder del que ahora -y sería un buen tema para reflexionar si ha renunciado de manera voluntaria a esta situación preeminente en términos de capacidad para imponer sus criterios o si, por el contrario, no le ha quedado otro remedio que adaptarse a regañadientes a los nuevos tiempos en los que la suya sólo es una opinión más- afortunadamente no goza. Pues la actitud de esta gente se ajusta bastante a estos parámetros.

Tras este breve garbeo por los cerros de Úbeda, procedo a retomar el asunto que me ha impulsado a escribir este ladrillo. Como era de esperar, las intervenciones de los participantes en el hilo transcurrieron entre alusiones al talante y al Islam. Sin embargo, cuando uno va leyendo los mensajes, pronto se da de bruces con las palabras de un tal José Antonio (desconozco si se trata de su verdadero nombre o si es un homenaje a uno de los personajes fetiche de Zeljko) que se revelan dignas del hasta ahora indiscutible dominador gruporrisaico, el señor Zapaladen, Don Josama. Vean, vean:

Es mejor la moral sexual que consiste en sacarse las cacotas con el pito de otro, la moral sexual que se basa en cepillarse a toda hembra que se ponga a tiro, esa maravillosa moral sexual que permite cepillarte a la hermana (o al hermano) de tu mujer, esa moral sexual que te hace llevarte a los morros todo miembro que aparezca fuera de su bragueta...esa es la moral sexual que les mola a estos folla-cabras, la que resume la historia de sus patéticas vidas.

Muchos de ellos llamarán papá a quien no lo es...y no es porque hayan sido voluntariamente prohijados, sino porque sus madres son unos auténticos zorrones verbeneros que se plantaron en escuadra ante todo aquel que, o bien les daba un dinerillo para comprarse unos zapatos, o bien, les gustaba eso de recibir envites pélvicos de quien con tanto garbo levantaba la bombona de butano.

Esos niñatos de mierda son simples peleles, los parias de ERC, la carne de cañón de Rovireche...mientras su guía tiene 168 cuentas en Suiza con centenares de millones de pesetas, ellos comen mierda y se lanzan al degüello de aquel a quien sus jerifaltes les manden....

Hace ya 67 años se les dió un buen repaso por ser unos bastardos asesinos (y cobardes, porque hay que ver cómo huían los maricones)...si es otro repaso lo que están buscando, que sigan por ese camino que lo tendrán, pero esta vez durarán menos que de costumbre, porque no han leído su Historia, y están repitiendo paso a paso lo que ya hicieron en los 30....contamos con la ventaja de que conocemos sus movimientos antes de que vayan a mover ficha, y estaremos ahí esperándoles para mandarlos de vuelta a sus casitas con un buen par de collejas; y alguno que otro, quizá tenga que visitar Montjuitch, que antes de ser escenario del fusilameinto (más que merecido) de Companys, fue el lugar elegido por esta escoria para asesinar a miles de catalanes.

Como veis, se trata de una adquisición más que prometedora a la que habrá que seguirlela pista.

lunes, agosto 22, 2005

Cambios.

En primer lugar quiero hacer una advertencia: poneos cómodos porque se avecina un ladrillo de los auténticos.

Hace ya bastantes días desde el último informe, y lo cierto es que han pasado bastantes cosas desde entonces; para empezar, mi lugar de trabajo. En un primer momento, mi ocupación aquí era la de camarero en el Hotel Queens. Sin embargo, desde hace un par de días, mi cargo es el de porter (nada que ver con Terry)/barman el Hotel Cumberland. La diferencia es que ahora sirvo cervezas detrás de la barra en lugar de cafés en el restaurante; aparte de es, y dependiendo del turno que me toque, soy una especie de “chico para todo”: me pueden pedir que ayude a los huéspedes con el equipaje, que traslade mobiliario de una sala a otra, que recoja los vasos que los clientes se han llevado la noche anterior a la habitación...

En general, y por lo visto hasta ahora, creo que este trabajo me va a gustar más. La verdad es que no estaba demasiado a gusto en mi anterior trabajo: no llegué a pillarle el tranquillo del todo y siempre tenía esa frustrante sensación de estar haciendo las cosas mal; además, mi relación con la gente del restaurante no terminaba de ser del todo fluida, en especial con un camarero portugués con vocación de jefe que resultaba bastante tocahuevos. Por el contrario, en los dos días que he trabajado el nuevo hotel, las primeras sensaciones son mucho mejores, tanto en las actividades en sí como en el trato con los compañeros. Mención aparte merece la persona con la que compartí mis primeras horas en el Cumberland: un hombre mayor, de 55 años, llamado Ben. Se trata de un argelino que lleva 16 años trabajando en ese hotel y que tiene una especial afición por el despelleje de todo bicho viviente: portugueses (muy abundantes en los hoteles de la cadena), ingleses, alemanes, sus jefes, sus compañeros, las recepcionistas, la señora Thompson... Me pareció un buen hombre -un tanto freakie, eso sí- aunque bastante amargado.

Sin embargo, no es el trabajo el único cambio que se avecina en mi aventura inglesa, ya que han surgido algunos problemas en cuanto a mi permanencia en los dominios de los Thompson. Resulta que mi antecesor en la habitación salió del piso tirándose los trastos a la cabeza con los Thompson, en especial con ella. Tuvieron bastantes problemas, empezando por una ocasión en la que este muchacho, un alemán llamado Andreas, metió de manera clandestina a su hermano en la habitación a pasar unos días, coincidiendo con una visita de nuestros caseros para comprobar que todo estaba en orden; al oír que alguien entraba, su hermano optó por abandonar el piso saltando por la ventana, con tan mala suerte que fue descubierto por los padres de la señora Thompson que aguardaban en el coche. A partir de ahí, toqueteos inoportunos a la lavadora (de los que aún estamos pagando las consecuencias, ya que echa agua por debajo cada vez que está funcionando; supuestamente, el señor Thompson se iba a pasar esta semana para arreglarla, pero la toalla con la que paliamos la situación sigue al pie de la lavadora) o acusaciones de practicar guarreridas españolas en su cama (que ahora es la mía) hicieron el resto.

Probablemente os estaréis preguntando qué demonios tiene esto que ver conmigo. Pues sí que tiene, sí. Resulta que Andreas fue despedido de su trabajo por la señora Thompson, que, además de casera, es algo así como la encargada de Recursos Humanos de la cadena. Según a quién le preguntes, ambas situaciones pueden estar relacionadas o no, pero el caso es que Andreas fue a hablar con el Manager principal para quejarse de que mi casera había dejado que sus problemas personales interfiriesen con su labor profesional. Esto ha traido como consecuencia la prohibición de ahora en delante de que la señora Thompson lleve a cabo esta “duplicidad” de cargos con sus inquilinos/trabajadores. De tal modo que aquellos que trabajamos para la cadena de hoteles Blue Mermaid no podemos alojarnos en este piso. No obstante, la señora Thompson me ha dicho que no sabe si me permitirán quedarme, ya que mi contrato expira en octubre, por lo que podrían darme algo más de tiempo. Así que estoy a la espera de noticias.

Como ya os he comentado, el piso no es ninguna maravilla, pero al menos está cerca del trabajo, y la gente con la que convivo está bastante bien (incluso aunque ya no esté la polaca, sí). Lo más irónico de la situación es que la vacante que he venido a cubrir en el Cumberland es la del mismísimo Andreas, que ayer fue quien me estuvo acompañando y enseñando en el trabajo. Me ha dicho que está viviendo en una habitación doble y que no tiene compañero. Según parece, si consiguiera uno, cada inquilino tendría que pagar sólo 40 libras, contra las 65 que me cobran a mí aquí. No quiero ni imaginarme la cara que pondría la señora Thompson al enterarse -que se enteraría seguro- de que me iba a vivir con el que, según ella, es culpable de mi posible desalojo.

En otro orden de cosas, os tengo que poner al corriente de un suceso acontecido hace varios días: una de mis compañeras se dejó la ventana de su habitación abierta y alguien aprovechó dicha situación para entrar y robar algunas cosas. Se llevó los dos teléfonos móviles de esta chica y algo de dinero. Lo del dinero es realmente curioso, ya que se llevó 12 libras de su monedero dejando dentro otra moneda de dos libras. Un ladrón muy considerado, sí. Aparte de eso, la chica española que vive aquí, que duerme en esa misma habitación, me ha dicho hoy que no encuentra su reproductor de MP3. Teniendo en cuenta lo poco que se llevó, especulamos con que entrara cuando yo todavía estaba en la casa: ese día fui el último en salir del piso, y quizás entró cuando yo me estaba duchando, saliendo en cuanto oyó que alguien salía del cuarto de baño. En cualquier caso, tuvimos la visita de dos amables agentes de policía que tomaron declaración a la chica alemana que se dejó la ventana abierta. No dejaba de ser divertido ver al hombre haciendo el atestado en la encimera (a causa de la ausencia de mesas en nuestro equipadísimo piso) y con los pies casi en el charco que había bajo la lavadora. Más tarde, a eso de las 4, vinieron los del Crime Scene Investigation para comprobar si había alguna huella aunque, lamentablemente, yo no estaba presente. A buen seguro, el C.S.I. Bournemouth deja en pañales a sus homólogos de Las Vegas y Miami.

Bueno, pues por el momento esto es todo. Espero vuestros consejos sobre mi disyuntiva inmobiliaria, aunque de momento habrá que esperar a que me digan algo definitivo.

jueves, agosto 18, 2005

La verdadera victoria del terrorismo.



Probablemente todos conoceréis las medidas tomadas por el Gobierno británico tras el comienzo de la sangrienta acción terrorista en su territorio: se recomienda a los agentes que disparen a la cabeza de cualquier sospechoso si tienen la impresión de que éste puede ocultar explosivos. Las consecuencias fueron inmediatas, siendo abatido por error un electricista brasileño totalmente inocente el pasado 22 de julio.

Según Scotland Yard, todo fue un desafortunado incidente muy difícil de evitar: Jean Charles de Menezes había abandonado el bloque de pisos en el que, según sus sospechas, se hallaban varios de los sospechosos; a pesar de realizar el procedimiento recomendado para la adecuada identificación de sospechosos, su parecido físico con uno de los presuntos terroristas les indujo a seguirle; su indumentaria era sospechosamente abultada para el mes de julio, vistiendo De Menezes un grueso abrigo que perfectamente podría ocultar un cinturón de explosivos; por si fuera poco, su conducta era bastante extraña, en especial al llegar a la estación, donde, probablemente habiendo descubierto a sus perseguidores, comenzó a huir de ellos, llegando a saltar los tornos de entrada; una vez en el tren, se negó a seguir las indicaciones de los policías que allí le aguardaban, mostrando una fuerte resistencia; ante este comportamiento, los agentes no tuvieron otra alternativa que abrir fuego.

Se ha llegado a especular con la posibilidad de que el comportamiento de De Menezes estuviese motivado por carecer de papeles. Falso. La realidad, según se ha filtrado a la cadena de televisión ITV, es la que paso a resumir:

- De Menezes no vestía ninguna prenda especialmente gruesa, sino que llevaba una chaqueta vaquera bastante liviana.

- La identificación del sospechoso fue a todas luces defectuosa. El responsable de hacerlo no pudo tomar material gráfico, como era preceptivo, porque estaba meando. Sólo pudo consultar las fotos que obraban en su poder cuando De Menezes desapareció de su campo de visión; a continuación se puso en contacto con sus compañeros informando de que un hombre había abandonado los pisos, aportando en su descripción datos como las características de su indumentaria o que era de raza blanca. A pesar de todo, recomendó que alguien "echara un vistazo".

- De Menezes accedió al metro de una manera totalmente calmada, hasta el punto de pararse a recoger un periódico gratuito. En ningún momento dio muestras de sentirse perseguido.

- El sospechoso no saltó en momento alguno los tornos de entrada, sino que, por el contrario, utilizó su bono como todo el mundo.

- El brasileño sólo comenzó a correr cuando vio su tren llegando a la estación.

- Una vez dentro del tren, varios agentes le salieron al paso cuando De Menezes ya estaba tranquilamente sentado. Al ver a los hombres que se abalanzaban sobre su posición, se levantó. Uno de los agentes le retuvo, sujetando sus brazos y pegándoselos al cuerpo para devolverle a su asiento a continuación. A pesar de estar reducido y de no haber desobedecido orden alguna, once disparos salieron de las pistolas de los policías: siete impactaron en su cabeza, uno en su hombro y tres se perdieron.

De todos estos datos no se ha tenido noticia hasta ayer. La opinión pública ha tenido por cierto que este pobre hombre vestía de manera sospechosa y se comportaba de manera sospechosa, y ha tenido que ser una filtración de la investigación que se está llevando a cabo por la IPCC (Independent Police Complaint Comission) la que arroje un poco de luz al respecto. Lo mejor de todo es que esta investigación intentó ser impedida por Sir Ian Blair (parece que los Blair -Don Tony y Don Ian- tienen tanta credibilidad como los Acebes -Don Ángel y Don Octavio-), arguyendo que podría afectar a la seguridad nacional y a la moral del cuerpo de tiradores de élite; como no fue posible, tan sólo fue obstaculizada, no teniendo acceso la IPCC a la escena del crimen durante tres días con sus respectivas noches.

Naturalmente, la política del shoot to kill no ha sido puesta en duda. A mi juicio, esta muerte supone un triunfo de los terroristas de mayor envergadura que el que pudo suponer la pérdida masiva de vidas en los atentados del 7 de julio. Tras conocer todo esto, a uno sólo le queda una amarga sensación: han ganado. Espero que al menos se depuren las responsabilidades oportunas. Si el desarrollo de la actuación policial, chapucera hasta decir basta, ya es merecedora de ello, la sarta de mentiras con la que han intentado taparse agrava la tragedia hasta límites insospechados.

Aparte de todo esto, y hablando de mentiras gubernamentales y terrorismo, he podido leer en un ejemplar del Diario El País que ha caído en mis manos que se ha descubierto un vídeo reivindicativo que podía resultar incómodo para el anterior Gobierno que fue misteriosamente traspapelado en las dependencias policiales durante varios meses. ¿Cómo ha caído la noticia por España? Supongo que Federico y los demás adalides del periodismo objetivo e independiente le habrán dado amplia cobertura.

sábado, agosto 13, 2005

Marchando una de refritos.

Como hoy no tengo mucho tiempo para dedicarme a la noble actividad del ladrilleo, voy a copiar un articulillo que escribí con motivo del décimo aniversario del triplus interruptus de Mike Ansley, que a punto estuvo de darnos una liga.

Muchos de los que estéis leyendo estas líneas ya lo conocéis, pero me consta que hay otros que no lo leyeron en su momento y a los que les puede interesar. Ahí va:

Hoy ya hace diez años...

... Mike Ansley falló un triple. Sin embargo, fueron muchas las cosas que tuvieron que suceder con anterioridad para que este balón pudiera surcar los aires camino del aro rival.

Era el Unicaja un equipo modesto y relativamente joven que había nacido de la fusión de los dos equipos de la ciudad (es posible que algunos de los foreros más jóvenes no recuerden que Málaga contaba con dos escuadras); ambos equipos habían tenido ya algún momento álgido, como el bienio europeo del Caja de Ronda bajo la batuta de Mario Pesquera y con un quinteto que los aficionados recitaban de memoria –más que nada porque apenas había rotaciones, a excepción de la posición de escolta, en la que Jordi Grau tenía un cierto protagonismo, hasta el punto de que Fede Ramiro llegó a promediar más de 40 minutos a lo largo de una temporada– formado por Fede Ramiro, Luis Blanco, Joe Arlauckas, Ricky Brown y Rafa Vecina, o el ascenso de un equipo de colegio hasta la liga ACB como el Mayoral Maristas (dirigido por Javier Imbroda, ese gran comunicador), contando con una pareja de americanos inolvidable con la que hacer frente a la no menos poderosa dupla del Caja de Ronda, Ray y Mike Smith. Desde la fundación del equipo, allá por 1992, hasta el momento que hoy conmemoramos, la trayectoria del conjunto malagueño fue un tanto gris, permaneciendo siempre alejado de los puestos que conducían a Europa.

El éxito del Unicaja en aquella temporada comenzó a fraguarse, como es lógico, durante los meses anteriores al comienzo de la competición. Fue clave el contar con un acierto a la hora de contratar a la tripleta de extranjeros que no hemos vuelto a ver desde entonces. Para empezar, el club decidió repescar a un jugador que ya había militado en el equipo un par de años antes, que respondía al nombre de Michael Antonio Ansley. Se caracterizaba por su díscolo carácter y por mostrarse sobre la cancha como un anotador implacable: desde dentro, desde fuera, de cara, de espaldas, penetrando, tirando… Su gama de recursos era asombrosa. Según cuentan, además, fue él quien recomendó al club a un jugador que había conocido en la liga turca llamado Kenny Miller, y que resultó ser un pívot rocoso, sólido y contundente. Pese a contar con unos recursos ofensivos considerablemente más limitados y rudimentarios que su compatriota, se reveló como un extraordinario intimidador que suplía su escasez de centímetros con una exuberancia física demoledora, que le permitió erigirse en uno de los mejores taponadores de la liga, junto a Kenny Green. Fueron dichos tapones, realmente estratosféricos, junto sus no menos espectaculares mates, los que le permitieron ser el primer jugador que yo recuerdo al que se le dedicaron los típicos gestos reverenciadores. Por último, aunque no menos importante, nos hicimos con los servicios de un jugador que aún no entiendo cómo pudo llegar a recalar en un equipo como el nuestro: Serguei Babkov, que unía a su demoledor lanzamiento de triples un tiro de media distancia con parada a media penetración que era Caviar Beluga en estado puro. Su carácter tímido y un tanto frío suponía en contrapunto al polo opuesto en el que se hallaba Ansley.

Junto a los jugadores extranjeros, el equipo contó aquel año con una estupenda plantilla de jugadores nacionales, encabezados por Manel Bosch, procedente del CAI Zaragoza, Alfonso Reyes, formado en la cantera de Estudiantes, equipo en el que no tendría el protagonismo del que se hizo acreedor con posterioridad, y, sobre todo, Nacho Rodríguez, el auténtico estandarte del Unicaja de aquellos tiempos. Completaba la plantilla un grupo de jugadores jóvenes de la casa: Curro Ávalos, Dani Romero, Gabi Ruiz (la eterna promesa), Ricardo Guillén (aplíquese el paréntesis anterior, pero a lo bestia) y Ernesto Serrano.

Todos ellos conformaban un equipo que, naturalmente, tenía un nivel bastante inferior, sobre todo en lo relativo a la profundidad de banquillo, al que permiten un presupuesto más holgado y una Ley Bosman. No obstante, este grupo de jugadores desprendía una magia que no ha sido igualada aún por estos lares; una magia que nos permitió disfrutar de partidos memorables, que se pueden considerar como pequeños peldaños que nos fueron permitiendo ascender hasta el momento del que habla el título del hilo y el principio del mensaje: un partido contra el Joventut de Villacampa y los Jofresa en el que remontamos con gran esfuerzo casi 20 puntos de diferencia, hasta forzar la prórroga (que, por cierto, acabó con un triple de Kenny Miller sobre la bocina que le convirtió en el mejor triplista de la Historia del club, con un 100% de efectividad) en la que salimos victoriosos; una visita al Cajasán en la recta final de la temporada regular, ganado nuevamente en la prórroga que forzó Mike Ansley con uno de sus proverbiales triples sobre la bocina, tras el que se levantó del suelo, se dirigió a José Alberto Pesquera, y le dio un besito en la frente, que aún hoy desata las iras de Lockhart y Javi G; o ese último partido de la liga regular frente al magnífico Tau de los Perasovic, Ramón Rivas, Marcelo Nicola, Kenny Green o Pablo Laso, por la segunda plaza, tras el que la euforia se desbordó, disparada por el brutal alley-oop entre Nacho Rodríguez y Kenny Miller –jugada que pudimos ver repetida hasta la saciedad durante todo el año– que puso fin al encuentro.

A continuación llegaron las eliminatorias por el título. El equipo había mostrado un magnífico rendimiento a lo largo de la liga regular, pero los playoffs son otra cosa, y existían dudas de que pudiéramos mantener la misma línea en los partidos realmente decisivos. Éstas fueron inmediatamente despejadas. Tanto el Estudiantes de un Alberto Herreros pre-alopécico como el TDK Manresa, que había roto los pronósticos dejando en la cuneta al conjunto baskonista, fueron eliminados por la vía rápida. Esta última confrontación no estuvo exenta de morbo, a causa del pique surgido durante la temporada entre Mike Ansley y Deon Thomas. El de Alabama afirmó con rotundidad para el programa Zona ACB que era el mejor 4 de Europa, mientras que el jugador del TDK respondió en el mismo programa que eso eran paparruchas. La respuesta fue una actuación en el último partido, disputado en el Congost, que DeVerde definiría como obscena.

Y en esto que llegaba la final. Y contra el Barça, nada menos. Ahora sí que arreciaron los comentarios sobre las posibilidades que tenía nuestro equipo, escasas a juicio de la mayoría. Nada hacía presagiar el chaparrón que se le venía encima al equipo azulgrana en forma de triples, la mayoría con la firma de Serguei Babkov. Avalancha que continuó en los primeros minutos del segundo partido de la serie, aunque a lo largo del segundo período, el acierto culé junto a la pájara malagueña hizo que las tornas se invirtieran hasta que, a falta de un minuto, Betancour pudo demostrar su cobardía o su miopía al no señalar como campo atrás una jugada de Montero que tuvo lugar a escasos centímetros del árbitro canario.

La eliminatoria se trasladó a Ciudad Jardín, donde se comenzó a gestar la leyenda urbana de los "movedores de canastas". El ambiente en el vetusto pabellón fue inolvidable durante aquellos partidos. Lo cierto es que la comunión que se estableció entre el equipo y la afición aquella temporada y la siguiente me parece irrepetible, aunque habría que concretar en lo que sucedió aquellos días. La ciudad entera se volcó con su equipo de una manera que dudo mucho que pueda tener parangón en la Historia reciente del baloncesto nacional. Era alucinante ver cómo todo el mundo, incluyendo a los profanos al deporte de la canasta, y al deporte en general, se acercaban a lo que estaba ocurriendo. No se hablaba de otra cosa que no fuera ese equipo de baloncesto formado en gran parte por chicos de la casa que estaba poniendo en jaque a todo un Fútbol Club Barcelona, el equipo de ese tal Epi, que tan bueno decían que fue. Las pantallas gigantes proliferaron por todos los rincones de la ciudad para presenciar los partidos de fuera, así como para que todos los que no tenían el privilegio de acceder al pabellón pudieran ver el partido. No dejaba de ser sorprendente ver cómo algunos de tus compañeros de clase apenas podían hablar, acuciados por la ronquera que habían cosechado la noche anterior frente a alguna de estas pantallas.

Dentro de los muros del pabellón ocurrieron muchas cosas. Dentro del ámbito estrictamente deportivo, el equipo malagueño volvió a liderar la eliminatoria merced a un maravilloso partido de sus pívots. Los hados parecieron oponerse a la victoria de los Celtics de Málaga (como les bautizó Pedro Barthe) cuando, en los últimos instantes del partido, 4 triples inverosímiles del Barcelona pusieron la diferencia en un solo punto, sembrando el pánico entre todos los asistentes, que dio paso a la euforia desatada.

Y, por fin, llegó ese cuarto partido. Nadie habría apostado una sola peseta al principio de la temporada por que el Unicaja tuviese en su mano la oportunidad de decidir la liga en su propio feudo. Sin embargo, así fue. En el período de tiempo transcurrido entre el último triple desde el centro del campo del Barcelona en el tercer partido y el salto inicial del cuarto partido, no hubo lugar en las mentes ni en las conversaciones de los malagueños para otra cosa: el Unicaja podía ganar la liga. El pabellón estaba lleno desde bastante rato antes de que comenzara el encuentro, ya que había que vivir el ambiente; había que preparar los tifos; había que pintarse media cara de verde y media cara de morao; había que disfrutar de cada instante de aquel acontecimiento que, todos éramos conscientes, podía resultar único en la Historia de nuestro equipo. Y así lo hicimos.

Los primeros compases del encuentro no se presentaban demasiado halagüeños, con el Barça controlando el partido. Sólo Ansley y Babkov anotaban, insuficiente bagaje para hacer frente a toda la artillería azulgrana. Poco a poco el equipo fue rehaciéndose, hasta que el Barça abrió brecha en la segunda mitad. No obstante, el equipo hizo gala de ese carácter especial que le caracterizaba, renaciendo gracias al lanzamiento exterior y, sobre todo, a Mike Ansley, que finalizó el partido con la friolera de 37 puntos (no es extraño que se trate del único caso de MVP que no militaba en el equipo campeón en la Historia de las finales ACB). El partido, cómo no, tenía que poner a prueba la resistencia coronaria de todos los que lo presenciaron. Poco a poco, punto a punto, el conjunto malagueño iba acercándose a su rival, hasta situarse con tan sólo dos puntos de desventaja. Sin embargo, el Barcelona tenía la oportunidad de incrementar su marcador por medio de Salva Díez, quien había de acudir a la línea de tiros libres a falta de escasos 20 segundos. La presión le encogió el brazo al base barcelonista, que falló ambos lanzamientos.

Y entonces llegó el momento. El momento en el que podíamos conquistar la liga ACB. Estaba en nuestras manos, lo teníamos a nuestro alcance. Kenny Miller recogió el rebote del segundo fallo de Salva Díez y se lo entregó de inmediato al héroe del partido. Mike Ansley subió el balón con total tranquilidad, defendido por Darryl Middleton. Se especuló mucho con posterioridad acerca de lo que debió hacer el equipo malagueño; de si en esa situación, perdiendo por dos puntos y con cerca de 20 segundos de posesión, lo adecuado era jugarse el triple o si, por el contrario, era más recomendable asegurar la prórroga mediante una canasta de dos. No sé si fue Javier Imbroda o el propio Mike Ansley, pero lo cierto es que Unicaja decidió jugársela a todo o nada. Esos interminables segundos, transcurridos como a cámara lenta, en los que el jugador norteamericano se pasaba la bola entre las piernas una y otra vez, avanzando paso a paso hasta la línea de tres puntos de la canasta rival, permanecen grabados a fuego en la memoria colectiva de todos los que estábamos allí, de pie, al borde del infarto, muchos con la bufanda tapando su rostro, aunque dejando, eso sí, una pequeña rendija por la que poder ver lo que pasaba, como en aquella escena con la que comienza la magnífica Tesis de Amenábar. El silencio contenido se hizo estruendosamente presente en todo el pabellón, como síntoma de la angustiosa expectación que sufríamos. Y finalmente, a falta de unos pocos segundos para el bocinazo final, ocurrió. Desde más allá de la línea de 6,25 (casi 7 metros, de hecho), el balón abandonó las manos de Mike Ansley.

Muchos dicen que la tozuda Ley de la Gravedad ejerció su poderoso influjo sobre el balón, haciendo que éste diera con sus huesos en el hierro; muchos aseguran que, tras ese lanzamiento fallido, transcurrieron unos largos, larguísimos minutos en los que se unieron fallos en el reloj del marcador y unos engorrosos tiros libres que a nada conducían; muchos afirman que, pocos días después de que Mike Ansley fallara un triple, se disputó otro enfrentamiento en el Palau Blaugrana en el que nuestro equipo tuvo sus opciones a lo largo del partido, no fructificando éstas a la postre. Es posible que todo esto ocurriera, pero yo prefiero quedarme con la imagen de un balón naranja girando sobre sí mismo y abriéndose paso hacia el aro que pretendía perforar hasta alcanzar su cenit, como metáfora de la imparable ascensión que experimentó nuestro equipo en aquellos meses mágicos, hasta el punto de alcanzar en la derrota un reconocimiento, un agradecimiento por parte de su afición, una gloria deportiva de tintes hoosierescos que no hemos sido capaces de superar en la victoria. Una victoria que, afortunadamente, hemos podido paladear, y muy recientemente además. Una victoria que, sin lugar a dudas, no habríamos podido disfrutar si, hoy ya hace diez años, Mike Ansley no hubiera fallado un triple.

martes, agosto 09, 2005

Mis primeras horas en Inglaterra.

Lo primero que he de comentar es que tuve un vuelo bastante tranquilo. Era la primera vez que me montaba en un avión y la verdad es que, salvo alguna ligerísima turbulencia, fue un debut aeronáutico de lo más plácido.

Lo que sí me impresionó un poco fue la imagen que presidía el acceso al aeropuerto de Bournemouth desde las pistas de aterrizaje: dos policías con atuendo rambesco, cara de pocos amigos y sendas ametralladoras en mano. Se nota que no está el horno para demasiados bollos por aquí arriba.

Una vez recogido mi equipaje, me dispuse a abandonar las instalaciones en busca de mi casero, un hombre llamado Mark Thompson, que a la sazón ejercería de chófer para mi primer desplazamiento hasta el lugar en el que me alojo. Yo esperaba ver a un tipo con un cartelito en el que se leyera mi nombre ya que, no sólo me lo habían advertido así, sino que es el procedimiento habitual en cualquier película americana que se precie. Y ése, quieras o no, es un argumento de autoridad. Sin embargo, quien primero se dirigió a mí fue una señora, preguntando si mi nombre era mi nombre. Y naturalmente lo era. Se presentó como la señora Thomspon y, acto seguido, hizo lo propio con su marido, que estaba a escasos metros. Según parece, mis facciones debían desentonar con respecto a las del resto de pasajeros, guiris en su mayoría. Esto, unido a la expresión de mi rostro, que debía asemejarse considerablemente al de un pulpo en un garaje, fue clave para que me reconocieran a la primera.

Los Thompson me parecieron personas muy amables, aunque alguno de sus inquilinos -al que ya hay que anteponerle la partícula ex- difiere considerablemente de esta apreciación (según parece, pocas horas antes de que yo apareciera, tuvo lugar una bronca de dimensiones apocalípticas entre los Thompson y un chico alemán). En cuanto al resto de mis compañeros de piso, lo cierto es que hay de todo: otro alemán (con el que comparto habitación), una polaca bastante guapa, una tailandesa de inglés incomprensible, una española (de Barcelona para más señas) y, según me ha parecido entender, una pareja de procedencia desconocida -para mí, claro- a la que no tengo el gusto de conocer, aunque no tengo muy claro si oficialmente son inquilinos ambos o sólo ella.

El piso, siendo francos, es una mierda. Consta de tres dormitorios, una cocina, un baño dotado de una incomodísima ducha -hay que ducharse en cuclillas- y algún metro cuadrado de pasillo. No hay un sólo lugar que te puedas sentar a ver la tele (si la hubiera), jugar a las cartas o, simplemente, charlar con tus compañeros de piso; o estás en tu habitación, o estás en la cocina, o fuera de casa, lo que resulta posible a estas alturas del año, pero que se irá dificultando en cuanto caiga el otoño y, con él, la lluvia. Para colmo, el mobiliario de la casa -utensilios de cocina e incómodas camas aparte- se reduce a tres sillas. Tres sillas para seis inquilinos se me antojan insuficientes desde cualquier punto de vista.

Al menos me queda el consuelo de que la ciudad está bastante bien y me ha recibido con un tiempo estupendo. De momento no he visto ni una sola nube en mi estancia aquí, y hace una temperatura bastante buena, si bien es cierto que de noche refresca más que en Málaga. De momento me basta con unos vaqueros y una camiseta. Eso sí, lo que me ha parecido particularmente llamativo es el riesgo mortal en el que incurre un peatón cada vez que pretende emular al pollo y pasar al otro lado: no sólo por la costumbre de mirar primero hacia la izquierda y después hacia la derecha, sino por la cuasi total ausencia de pasos de cebra. Hay una especie de pasos rebajados, pero no sé hasta qué punto son vinculantes para los coches, y es bastante habitual encontrarse frente a una gran rotonda o al lado de una gran calle preguntándose por dónde demonios se supone que debe cruzar una persona que no tenga demasiado interés en poner en peligro su integridad física, química y hasta moral.

Las actividades que me van a tener ocupado son dos: un curso de inglés y el trabajo (lo que me lleva a la única ventaja del piso, y es que está muy cerca de ambos sitios). De momento no he empezado a trabajar. Hoy he estado hablando con el que será mi jefe en el restaurante del The Queens Hotel, que me ha citado mañana a las 6:45 para empezar. En cuanto al curso, ya he dado una clase; el profesor es de los que explican con bromas y de buen rollo, y la verdad es que las dos horas se me han pasado bastante rápidas. Es un grupo reducido de alumnos en el que hay gente de muchos sitios, como era de esperar.

Ya os iré contando cosillas más adelante, pero de momento me despido, no sin antes manifestar mi indignación frente a dos molestos hechos: en primer lugar, y contra mi predicción efectuada en el anterior mensaje -el tiempo te ha dado la razón, Amanda-, y, para regocijo de cierto maestro en el manejo del Adobe Photoshop, he de precisar que aquí en Inglaterra también se lleva el reggaeton. No hasta el punto de sentir ganas de cortarte las venas, pero han sido ya un par de veces las que me he sentido como en casa al oír a una estilosa y elegante dama -que podríamos denominar gentlewoman- gritar a los cuatro vientos su afición por la gasolina (afición que, al precio actual de dicha sustancia, resulta más onerosa que la tradicional farlopa); en segundo lugar, el coñazo tan extraordinario que supone escribir un ladrillo en un teclado británico. Si alguien me pusiera al corriente de cómo cambiar la configuración o, en su defecto, me indicara qué tengo que hacer para poner una tilde, se lo agradecería eternamente.