Menuda forma de despedir el año.
Esa puerta a la esperanza que se abrió hace unos meses se acaba de cerrar. ETA ha decidido acabar con la extraordinaria posibilidad que se le había presentado para cerrar tanto sinsentido de una manera más o menos “honrosa” y positiva para ellos por medio de un atentado perpetrado por medio de una furgoneta-bomba en el Aeropuerto de Barajas, producido esta mañana.
Yo era de los que pensaban que esta vez podía ser la de verdad debido a la incomodísima situación en la que se hallaba la banda, fundamentalmente por dos razones: en primer lugar, gracias a la actuación policial a lo largo de estos años, la capacidad operativa de los terroristas se había reducido ostensiblemente; en segundo lugar –y a mi juicio más importante– por el menor apoyo del que cada vez gozaba en el País Vasco, donde cada vez están para menos tonterías. He ahí la razón de que ETA llevara tanto tiempo sin matar: saben perfectamente que prácticamente cualquier asesinato les resultaría contraproducente entre ese sector de población –el decisivo– que en algún momento ha apoyado, justificado o comprendido a ETA pero que en la actualidad se halla entre Pinto y Valdemoro y cuyas simpatías pueden oscilar hacia uno y otro lado de manera indeseada en cualquier momento. Este callejón sin salida en el que se encontraban los terroristas es el que probablemente les habría hecho llegar a la conclusión de que su “lucha” es inútil, que no van a conseguir nada y que, de hecho, hay poco que puedan hacer sin ganarse el rechazo cada vez más generalizado de los que en algún momento pudieron o pudieran estar de su lado. Es por ello –y por las razones que argüí en su momento en el foro de Unicaja– que pensaba que ahora sí que sí.
Era plenamente consciente de que el camino iba a ser largo, duro y difícil; que desde ETA habría algún órdago; que habría parones; que habría retrocesos. Pero no pensaba que en menos de un año volveríamos a estar con la misma cantinela. Todos sabemos que esto era un pulso y ETA ha ido probando al Gobierno para ver hasta dónde se le permitía llegar, a base del progresivo recrudecimiento de la violencia callejera o el célebre robo de pistolas en Francia. Llevo algún tiempo pensando que desde el Gobierno se tendrían que haber planteado la posibilidad de dar un ultimátum o incluso de paralizar el proceso mientras no se cumplieran las condiciones necesarias, pues motivos tenían. Optaron, en cambio, por la política de apaciguamiento. Y éste es el resultado: un órdago en toda regla. Ahora a Zapatero sólo le queda la posibilidad de ver la apuesta y mostrar total firmeza.
Pese a todo, desde un primer momento me parecía que, incluso en el caso de que el proceso fracasase, ETA saldría muy dañada de él (especialmente si eran ellos quienes lo rompían). La gente estaba esperanzada y veía posible comenzar a acabar con el terrorismo, y estoy plenamente convencido de que mucha gente de ese sector al que me referí más arriba está muy desilusionada con todo esto (más aún habiendo muertos). Por mucho que Otegi culpe al Gobierno, no cuela, y ETA va a salir debilitada en el terreno de los apoyos. Incluso cabe la posibilidad de no todo el mundo dentro de la organización terrorista esté de acuerdo con esta vuelta a las andanzas y que el reinicio de las hostilidades (más aún cuando, al contrario de lo que ha ocurrido siempre, no ha habido un comunicado oficial declarando el alto el fuego como finalizado) suponga una fractura interna dentro de la banda que pudiera desembocar en una escisión que, indudablemente, sería muy bueno. En fin, supongo que por muy malas que sean las noticias, siempre hay que buscarle el lado positivo. Ya se sabe lo que decían los Monty Python:
Con tan memorable escena y los tan provechosos propósitos por los que en ella se aboga aprovecho para desearos un feliz año 2007 a todos.
Esa puerta a la esperanza que se abrió hace unos meses se acaba de cerrar. ETA ha decidido acabar con la extraordinaria posibilidad que se le había presentado para cerrar tanto sinsentido de una manera más o menos “honrosa” y positiva para ellos por medio de un atentado perpetrado por medio de una furgoneta-bomba en el Aeropuerto de Barajas, producido esta mañana.
Yo era de los que pensaban que esta vez podía ser la de verdad debido a la incomodísima situación en la que se hallaba la banda, fundamentalmente por dos razones: en primer lugar, gracias a la actuación policial a lo largo de estos años, la capacidad operativa de los terroristas se había reducido ostensiblemente; en segundo lugar –y a mi juicio más importante– por el menor apoyo del que cada vez gozaba en el País Vasco, donde cada vez están para menos tonterías. He ahí la razón de que ETA llevara tanto tiempo sin matar: saben perfectamente que prácticamente cualquier asesinato les resultaría contraproducente entre ese sector de población –el decisivo– que en algún momento ha apoyado, justificado o comprendido a ETA pero que en la actualidad se halla entre Pinto y Valdemoro y cuyas simpatías pueden oscilar hacia uno y otro lado de manera indeseada en cualquier momento. Este callejón sin salida en el que se encontraban los terroristas es el que probablemente les habría hecho llegar a la conclusión de que su “lucha” es inútil, que no van a conseguir nada y que, de hecho, hay poco que puedan hacer sin ganarse el rechazo cada vez más generalizado de los que en algún momento pudieron o pudieran estar de su lado. Es por ello –y por las razones que argüí en su momento en el foro de Unicaja– que pensaba que ahora sí que sí.
Era plenamente consciente de que el camino iba a ser largo, duro y difícil; que desde ETA habría algún órdago; que habría parones; que habría retrocesos. Pero no pensaba que en menos de un año volveríamos a estar con la misma cantinela. Todos sabemos que esto era un pulso y ETA ha ido probando al Gobierno para ver hasta dónde se le permitía llegar, a base del progresivo recrudecimiento de la violencia callejera o el célebre robo de pistolas en Francia. Llevo algún tiempo pensando que desde el Gobierno se tendrían que haber planteado la posibilidad de dar un ultimátum o incluso de paralizar el proceso mientras no se cumplieran las condiciones necesarias, pues motivos tenían. Optaron, en cambio, por la política de apaciguamiento. Y éste es el resultado: un órdago en toda regla. Ahora a Zapatero sólo le queda la posibilidad de ver la apuesta y mostrar total firmeza.
Pese a todo, desde un primer momento me parecía que, incluso en el caso de que el proceso fracasase, ETA saldría muy dañada de él (especialmente si eran ellos quienes lo rompían). La gente estaba esperanzada y veía posible comenzar a acabar con el terrorismo, y estoy plenamente convencido de que mucha gente de ese sector al que me referí más arriba está muy desilusionada con todo esto (más aún habiendo muertos). Por mucho que Otegi culpe al Gobierno, no cuela, y ETA va a salir debilitada en el terreno de los apoyos. Incluso cabe la posibilidad de no todo el mundo dentro de la organización terrorista esté de acuerdo con esta vuelta a las andanzas y que el reinicio de las hostilidades (más aún cuando, al contrario de lo que ha ocurrido siempre, no ha habido un comunicado oficial declarando el alto el fuego como finalizado) suponga una fractura interna dentro de la banda que pudiera desembocar en una escisión que, indudablemente, sería muy bueno. En fin, supongo que por muy malas que sean las noticias, siempre hay que buscarle el lado positivo. Ya se sabe lo que decían los Monty Python:
Con tan memorable escena y los tan provechosos propósitos por los que en ella se aboga aprovecho para desearos un feliz año 2007 a todos.